Publicado en Diario "Centinela" el martes 26 de Agosto de 2014
Segundo Fidel Maldonado Tapia
Referirse a la historia de Loja es hablar de miles e incontables sucesos
que a lo largo de los siglos se han sucedido, pero determinar un tema en torno
a la Advocación de Nuestra Señora de El Cisne, es pretender referenciar, sin
alcanzar el objetivo por cierto, cientos de miles de hechos particulares que a
lo largo de más de cuatro centurias desde que se tienen noticias de la devoción
mariana, se adjudican a la advocación de El Cisne, sucesos y narraciones que
generación tras generación se cuentan en la oralidad familiar y en muchas obras
dedicadas a este fin.
El Cisne como establecimiento humano se referencia desde pocos años después
de fundada la ciudad de Loja en su asentamiento definitivo, integrándose como
pueblo que se ubica en un risco del cerro de El Cisne, “cual nido de águilas”,
un lugar de difícil acceso, singular sitio para iniciar un culto religioso que
trascendería la historia.
Los hechos sucedidos y transformados por la tradición oral en leyendas y
relatos de especiales acontecimientos, que superan la realidad y alcance de lo
humano, han dado fama y trascendencia a la población de El Cisne a lo largo de
los años, sin embargo de haber visto pasar los beneficios del progreso sin que
se tenga sino desde hace relativamente pocos años, algunos de los servicios que
corresponden a un epicentro de tan elevada raigambre popular y devoción
cristiana.
Años tras año, las peregrinaciones El Cisne-San Pedro de la Bendita-Catamayo-Loja
y viceversa, se han sucedido cumplidamente, con la fidelidad de un pueblo que
creció con el adoctrinamiento y fe traídos desde la Iberia, que se sustenta en
hechos y relatos de portentos obtenidos por fieles y devotos, que han excedido
los círculos familiares y de claustro, para convertirse en públicas
declaraciones de instituciones y representaciones populares y de Estado, que
declaran a la Virgen de El Cisne en su Protectora, Patrona, en fin títulos que
enaltecen la devoción y oficializan las creencias y convicciones de un pueblo
dedicado a la veneración y culto a la evocación de la Madre de Jesucristo.
Las expresiones multitudinarias en las peregrinaciones anuales que con la
visión del Libertador, contribuyen a la movilización de personas y con ellas de
los recursos para la que fuera incipiente feria desde 1829, alcance la
dimensión de internacional, ya que en estas peregrinaciones participan no solo
los lojanos, de la ciudad y provincia, sino cientos de miles de personas,
devotos, de prácticamente todas las provincias ecuatorianas y de países
vecinos, habiendo trascendido allende los mares y las nuevas posibilidades que
brindan las tecnologías de la comunicación, las vías y medios de la modernidad,
para instalarse en metrópolis europeas y norteamericanas, por medio de las expresiones
de los cientos y miles de migrantes lojanos, que en la diáspora para alcanzar
mejores días, han llegado a esas lejanas tierras llevando consigo sus
costumbres, creencias y tradiciones.
Estas concentraciones poblacionales ocasionales, de temporada, cada vez son
en mayor cantidad, hace varias décadas se hablaba de miles, luego de cientos de
miles, para en la actualidad, las apreciaciones consideren en millones, la
presencia de personas, que tras la motivación y necesidad espiritual, la fe en las
bondades de la advocación mariana de El Cisne, contribuyan en la
conceptualización del turismo religioso a la generación y movilización de
recursos materiales y fiduciarios, que visitando el Santuario y Basílica de El
Cisne, lleguen hasta la ciudad de Loja, aportando y requiriendo atención en
alojamiento, alimentación, adquisición de bienes y recuerdos y generando la
actividad comercial con los elementos que desde otras latitudes, se intercambian
a lo largo y ancho del Circuito de la Fe en la región sur del Ecuador.