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viernes, 3 de mayo de 2013

LIBERTAD DE PRENSA



Segundo Fidel Maldonado Tapia


“Nosotras y nosotros, el pueblo soberano del Ecuador… como herederos de las luchas sociales de liberación frente a todas las formas de dominación colonialismo, y con un profundo compromiso con el presente y con el futuro, decidimos construir… una sociedad que respeta, en todas sus dimensiones, la dignidad de las personas y las colectividades;…” dice la Constitución de la República del Ecuador, aprobada y vigente.

Bonitas frases, profundo contenido, enunciado que dice mucho de los niveles de pensamiento en el Ecuador, lo cual todos los ciudadanos debemos acatar, las instituciones y sus representantes con mayor razón, sin embargo hay que palpar la realidad, el día a día, del ciudadano usuario de los servicios por los cuales paga, directa o indirectamente con sus tributos, por tanto no es una dádiva bondadosa que nos atiendan en las entidades y que se nos dote de los servicios e infraestructura que corresponde.

Tampoco es una dádiva que filantrópicamente se nos concede, el poder expresar nuestros pensamientos y opiniones, por ello se dice que somos diversos en la cultural, por tanto diversos nuestros pensamientos y acciones.

Cada vez hemos escuchado la protesta y queja de quienes por pensar diferente y expresarlo, son excluidos de sus trabajos, marginados en sus actividades cotidianas, limitados a una mínima o ninguna práctica profesional con el afán de forzar su renuncia voluntaria y con algo de suerte, si es que así puede llamarse a la sanción con “indemnización” o “compra voluntaria de renuncia obligada” o cualquier denominación que se ponga al extrañamiento laboral.

Los humanos que vivimos esta tierra nos preguntamos ¿existe la libertad de prensa? Como uno de los medios por los cuales la sociedad manifiesta su sentir, independientemente de su dedicación: pública o privada, comercial o comunitaria, cuantas veces hemos podido hablar, cuántas veces se nos han abierto las páginas de los medios impresos o los canales de los medios electrónicos para que expongamos nuestro pensamiento, sin temor a ser reprimidos, enjuiciados, perseguidos, en lo personal o por medio de nuestros familiares e incluso hostigados en el ambiente laboral.

Por ventura, la vida de los humanos es finita, menos, hablando de tiempo, su tránsito por las dependencias y dignidades públicas y privadas, y es cuando de forma natural e inexorable deberemos dar el paso al costado, con voluntad o sin ella, por la vejentud como dicen en el argot popular o simplemente por muerte.

Esa la realidad, para la que con talento debemos prepararnos a enfrentar, el tiempo no perdona y las huellas que dejemos en nuestro transitar, serán para grato recuerdo o para recriminación permanente que seguramente alcanzaremos a ver en parte en la propia existencia, en parte en las personas a quienes más amamos.

Salve a los obreros de la palabra y de la pluma, servidores de la cultura y relatores – testigos de la historia, Salve a los instrumentos que hacen propicio su trabajo en la sociedad y que en sus productos tengamos voz, pensamiento y libertad.

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