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jueves, 7 de mayo de 2015

SABER ESCUCHAR AL PUEBLO



Segundo Fidel Maldonado Tapia

La celebración del 1 de mayo, es internacional, consagrada como algo mundial, por las repercusiones sociales de las jornadas de lucha obrera del siglo XIX, con el reconocimiento interestatal, supranacional, en organismos de reconocido prestigio, cuyas resoluciones son aceptadas e incorporadas a las políticas estatales y de gobierno.

Hoy por hoy, es preciso recordar las gloriosas jornadas de los trabajadores de la ciudad de Chicago (EE.UU.) que un día primero de mayo de 1889, decidieron protestar exigiendo el alza de salarios y la disminución de horas de trabajo. Reclamaban que el esfuerzo que hacían en las fábricas y talleres fuera mejor pagado para no vivir en la miseria, que su trabajo no sirviera únicamente para enriquecer a los patronos, sino también para mejorar sus condiciones de vida.

La magnitud de esta gesta exige que sigamos su ejemplo, no nos sometamos, trabajemos con entusiasmo, responsabilidad, honestidad, honradez, persistencia y buena voluntad, pero jamás claudiquemos en nuestros principios, en nuestros valores y en nuestros derechos.

La calidad de ser seres humanos y como tales, individual y colectivamente debemos valorarnos, no nos dejemos pisotear por nadie, cuando sea necesario levantar la voz, levantémosla, no hay satisfacción más grande que hacernos respetar cuando la prepotencia quiere imponerse a la fuerza.  Hay que ser solidarios, buenos, tolerantes, eficientes, cumplidos, pero ante todo dignos.

Lo que se ha visto en esta última celebración, no debemos encasillarla en una competición nacional o local de fuerzas, ni tampoco como aceptación o rechazo a tal o cual situación, asunto o circunstancia, no es posible y  no debemos caer en la lógica inmediatista de quienes están en el poder y de quienes no están de acuerdo con el régimen instalado en Carondelet.  Mal o bien están ahí por la decisión propia y democrática de los ecuatorianos y por tanto, siendo un pueblo que se atiene a las disposiciones democráticas, acciones y hechos que no se alejen de ellas, debemos impulsar lo que consideremos oportuno y necesario para nuestra realidad, en el marco del respeto a la norma porque somos un pueblo que vive y ejercita un Estado de Derecho.

Los afanes de perpetuarse en el poder no corresponden a la esencia democrática de este pueblo noble pero altivo, el crear o propiciar condiciones para que en el caos se llegue al cambio de los sujetos activos en el poder, tampoco.  Debemos revestirnos de cordura y prudencia, para asumir nuestros anhelos; contar con la honestidad y honradez suficientes acompañados de la valentía y sabiduría para sostener el marco legal y saber hasta cuando podemos servir y contamos con la aceptación de la comunidad.  No somos un rebaño al que se debe imponer, abierta o soterradamente, un ejecutivo, una asamblea, una forma de gobierno y administración.

La presencia multitudinaria de la población en las calles y plazas, es un signo inequívoco de que hay aspiraciones insatisfechas, así como de un determinado sector que está de acuerdo con el statu quo, acudamos a la reflexión como un medio que nos posibilite vislumbrar las diferencias, aceptando la diversidad que nos lleva a la unidad, pero para ello los distintos poderes que conforman el Estado y las funciones que representan, deben saber con ecuanimidad y equidad, escuchar la voz del pueblo que es la voz de Dios.

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