Segundo Fidel Maldonado Tapia
“Por
Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología se entiende hoy (Calvo
Hernando: 2003) cualquier sistema susceptible de ser vehículo de comunicación
científica para la gente común. La comunicación pública de la ciencia se
propone provocar una apropiación cultural de contenidos científicos. Cada país,
cada cultura, tiene que desarrollar sus propias vías y modos de acción cultural
específica, aunque pueda inspirarse en lo hecho fuera.- El concepto de
Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología abarca el conjunto de
actividades de comunicación que tienen contenidos científicos divulgadores y
destinados al público especialista. La CPCT utiliza técnicas de la publicidad,
el espectáculo, las relaciones públicas, la divulgación tradicional, el
periodismo, y otras. En cambio, excluye de su campo, como es lógico, la
comunicación entre especialista con fines docentes o de investigación.”[1]
Esta
especialidad de la comunicación trata y de hecho pone al alcance de toda la
sociedad, hablando de comunidad general, los nuevos e innovadores conocimientos
que generan los investigadores, no decimos “científicos”, porque ese término en
algunos círculos se los considera por decir lo menos peyorativo; las
recreaciones que del conocimiento especialmente ancestral se efectúan; poniendo
con carácter relevante los resultados, algo que en el momento actual ya no es
tan importante, sino que se pone énfasis en los procesos, el cómo, para que
sean contrastados por pares y a la vez sean empoderados y puestos en práctica,
aunque no se trata de innovaciones, sino formas y acciones, que implementados
en las sociedades como productos de la experiencia, han merecido teorizaciones
e investigación para conocerlos mejor.
Ahora vivimos
en la “sociedad del conocimiento”, término y nociones acuñados hacia finales de
los años 90, empleado particularmente en medios académicos como alternativa a
lo que se llama “sociedad de la información” y que en la UNESCO tiene su propia
acepción como “sociedades del saber”,
con la característica de asumir comunicacionalmente, las profundas
transformaciones que vivimos con la primacía de la inteligencia artificial y
las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
“Los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, o estudios sobre
ciencia, tecnología y sociedad (CTS), constituyen hoy un vigoroso campo de
trabajo donde se trata de entender el fenómeno científico-tecnológico en
contexto social, tanto en relación con sus condicionantes sociales como en lo
que atañe a sus consecuencias sociales y ambientales. El enfoque general es de
carácter crítico, con respecto a la clásica visión esencialista y triunfalista
de la ciencia y la tecnología, y también de carácter interdisciplinar,
concurriendo en él disciplinas como la filosofía y la historia de la ciencia y
la tecnología, la sociología del conocimiento científico, la teoría de la
educación y la economía del cambio técnico.”, nos dice Diana Cazaux, de la
Universidad Austral y Presidenta de la Asociación Iberoamericana y Argentina de
Periodismo Científico.
Con satisfacción conocemos del trabajo que con los niños, de entre 5 y 15
años, se realiza en la ESPOL, mediante cursos vacacionales “Semilleros de
futuros científicos e ingenieros”, que en este año alcanza la octava edición,
con acercamientos de los participantes a la matemática, ingeniería, biología y
química, de manera lúdica y divertida, en talleres diarios, dirigidos por
docentes y estudiantes de la Espol.[2]
Para ¿cuándo tendremos estos eventos dedicados a la niñez lojana,
auspiciados y realizados por nuestras universidades?, especialmente la pública,
que es la que por mandato legal, tiene la obligación de impulsar estos
acontecimientos en la sociedad.
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