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jueves, 6 de agosto de 2015

PARA DAR SERVICIO Y SERVIR



Segundo Fidel Maldonado Tapia

Las celebraciones cívicas nacionales tienen un contenido y trascendencia histórica ejemplar para todas las generaciones, pues elevan el espíritu de patria, convalidan la ciudadanía y la libertad, que costó muchos sacrificios y no pocas vidas, que en los afanes de los ideales nos han legado un cúmulo de enseñanzas, que debemos recordar con gran respeto y admiración.

La evocación del 2 de agosto de 1810, que tiñó de sangre las mazmorras del Cuartel Real de Lima en la Audiencia de Quito, que de acuerdo con las diferentes versiones, unas más otras menos, fueron alrededor de 300 los sacrificados, mujeres y hombres, que por sus ideales de libertad, bienestar y progreso, entregaron sus vidas, lo que en la historia le confirió a Quito el blasón de “Luz de América”.

En el transcurrir de los tiempos, diversas son las luchas emprendidas por la humanidad y el Ecuador por el reconocimiento de derechos, por pensar diferente a las circunstancias del poder en su momento, porque somos personas y como tales merecemos las consideraciones que el respeto humano a consagrado en diversas declaraciones y normas supra nacionales, estatales y locales.

No siempre han desembocado en eventos cruentos y de sacrificio de vidas, pero que aunque no se derrame literalmente su sangre, en el imaginario de los colectivos, es como si lo fuera.  Así tenemos la negación de derechos, el irrespeto a las normas legales y de convivencia armónica, aspiraciones y desajustes relacionados con el diario vivir, la falta de tino y tolerancia de quienes, transitoriamente, están al frente de la institucionalidad, conllevan la rebeldía de quienes lo sufren, muchos ante la incuria de las leyes y sus operadores.

El posicionamiento estatal e institucional, por sentido común, obedece a los intereses de todos o de las mayorías, por decir lo menos, sin embargo, se deben abrir los espacios para el intercambio de opiniones y sopesar el sentir de las diversas comunidades e individualidades, según sea el caso, para llevar hacia adelante la vida social, cotidiana de sus componentes, el decir popular de que en las opiniones siempre se debe tomar en cuenta, la opinión del otro, la propia del interfecto y la verdadera, nos lleva a propiciar el escuchar y ser escuchados.

La altura y condiciones para los parlamentos institución-comunidad, deberían ser los básicos componentes para avanzar en la construcción de los anhelos de todos.   En la vida todo pasa, es decir es transitorio, lo que hoy nos resulta lesivo puede y debe ser para el mañana, trastocado en beneficio.  Es entonces, que debe ponerse de manifiesto la visión para administrar, evitando los perjuicios y prejuicios para que se adopten las disposiciones y acciones que agravien lo menos posible. Que sean para dar servicio y servir.

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