APRENDER EN LA TRIBULACIÓN
Segundo Fidel
Maldonado Tapia*
De pronto estamos en un
escenario nuevo, la vida cambia más rápido de lo que pensábamos. Ya no somos los mismos. Cuarentena para todos. Hasta hace poco nos abrazábamos, estrechones
de mano, besos, palmadas en la espalda, en fin dábamos rienda suelta a la
afectividad que entre los latinos es tan efusiva.
Por prevención elemental: no
más besos, abrazos ni apretón de manos, los diálogos a dos metros de distancia,
con mascarilla o tapabocas, guantes y el inmediato lavado de manos, con
cancioncita incluida para llegar al tiempo que dispone el protocolo, alcohol o
gel, todo ello por el monarca que nos
visita, nos enferma, y nos mata selectivamente, el corona virus.
En la información versiones
vienen, rumores llegan, se comparten e intercambian, poca información oficial, por
varios tachada de engañosa, las redes sociales suplen los noticiarios,
nostálgicos ciertos ciudadanos evocan su década, reactivos otros contrapuntean
las publicaciones.
Oraciones y rogativas,
suplicas y exigencias, consejos y recomendaciones, opiniones y sugerencias
saturan los comunicados. El mundo postrado de dolor y enfermedad, atribuidos a
un microscópico ente, un virus, con una nueva patología en el ambiente: el
covid 19, a la que la ciencia en carrera contra reloj trata de encontrar cura,
vacuna, un alivio.
Las actividades financieras y
laborales, adaptadas al teletrabajo, el laburo a distancia, los estudiantes y
sus docentes sumergidos en la educación virtual, con tareas digitales, la
conferencia virtual, el examen en las plataformas digitales.
Una vez más se pone en evidencia
que el trabajo de casa sí es un trabajo, pesado y arduo, al que las mujeres
durante siglos de siglos han llevado por delante. Que estamos olvidando las relaciones sociales
de familia, y que es tiempo de abandonar el iphone, Android y otros artilugios
de la modernidad, para recuperar la comunicación familiar cercana, la
cooperación y colaboración conyugal, esa de carne y hueso, la que nos pone cara
a cara.
Saquemos el máximo provecho de
esta hora aciaga de la humanidad, con cuarentena y toque de queda, aprendamos o
reaprendamos, reflexionemos obligatoriamente, en que ante todo somos personas
no máquinas ni robots, que en el lapso de la paralización mundial la naturaleza
ha tenido un respiro, los animales han vuelto a sus antiguos territorios hoy
convertidos en ciudades y la selva de cemento; los lagos y ríos recuperan su
cristalina transparencia, el aire urbano ha mejorado con menos polución. Que
amarga verdad aquella de que: el hombre es el lobo del hombre y que los humanos
somos los depredadores y contaminadores.
Aprendamos la práctica de la
gratitud con quienes por nosotros se han expuesto y nos ayudan, la caridad y el
compartir con aquellos que menos tienen, la solidaridad con todos, que el
desacato de unos afecta a todos, a extender la mano al desvalido, a dar antes
que recibir, a crecer espiritualmente, aprendamos a ser más humanos, es la
hora.
*Director de ALIPT Agencia Latina de Información,
Publicidad y Turismo
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