Publicado en Diario "CENTINELA" de la ciudad de Loja, el 19 de agosto de 2014
Segundo Fidel Maldonado Tapia
Los hechos y sucesos de la comunidad, sea local, nacional o internacional,
nos llegan por medio del trabajo de los comunicadores sociales, periodistas,
reporteros, en fin la labor de los profesionales es la que nos pone en contacto
con las circunstancias y realidades de la vida cotidiana, la actividad y
servicio públicos, así como de algunas facetas de la vida personal de
determinados actores, que en su momento concitan el interés ciudadano y de los
medios, los que por la gracia de las tecnologías de la información, las redes
sociales y cuanto elemento moderno de la comunicación llegan a cantidades
superlativas de lectores, veedores, oyentes, según el caso.
La mediatización de lo que realiza el hombre, los alcances, repercusiones,
consecuencias, secuelas tiene un valor que no se puede asignar como algo
tangible, que lo podemos tomar con la mano, pero sí lo podemos sentir, en el
criterio, la opinión de los colectivos sociales o los tan manoseados “me gusta”
de las redes sociales, ello conforma una parte del ser intrínseco de cada
persona, porque lo expone ante la comunidad, llegando a catalogaciones como de
verdaderos “virus sociales” por el impacto causado.
Así se opina, referencia, critica, acepta o rechaza tal o cual circunstancia
o hecho, del que no se pueden exonerar los trabajadores de la comunicación,
pues son eso: personas que actúan e intervienen en la comunidad, por tanto
sujetos también de análisis y opinión.
Su desempeño siempre está en lo que llamamos “el ojo del huracán”,
puesto que de su participación en la construcción de la comunicación, tendremos
la óptica o cobertura de los acontecimientos, de allí que valores como la
dignidad, lealtad, objetividad, realismo, mesura y prudencia tengan
particulares significaciones, muchas de las cuales dependen de la óptica o del
cristal a través del cual se miren.
La actuación de una colega, a quien expreso la más alta consideración por
este medio, en una reunión comunicacional con la autoridad nacional, en la que
no aceptó la imposición de una interrogante, es decir al hecho de “darle
pensando” la pregunta para la autoridad, corresponde al ejercicio pleno de su
derecho a ejecutar su trabajo, con dignidad y libertad, pensamiento y decisión
propios, de tomar lo que considera prioritario para su comunidad, asumiendo que
con el término <comunidad> (lat. Communis) normalmente se hace
alusión a aquello que es por entero común a un conjunto de personas, a aquello
que les permite reconocerse e identificarse como parte de un todo más vasto; de ejercer con seriedad su derecho a discernir y
hasta de discentir.
Por ello, traemos a esta cuartilla lo que según Kovach y Rosenstiel, son algunos
de los elementos del periodismo del siglo XXI: “1. La primera obligación del
periodismo es la verdad.- 2. Debe lealtad ante todo a los ciudadanos. 3. Su
esencia es la disciplina de verificación. 4. Debe mantener su independencia con
respecto a aquellos de quienes informa. 5. Debe ejercer un control
independiente del poder. 6. Debe ofrecer un foro público para la crítica y el
comentario.- Pese a la rapidez, las nuevas tecnologías y a que las
características de los medios de comunicación han cambiado, el propósito
principal de los medios no ha cambiado: “Servir al bienestar general, sirviendo
al ciudadano” American Society of Newspapers Editors.- “Proporcionar a los
ciudadanos la información para ser libres y soberanos”.- Proporcionar al
ciudadano la información necesaria para que puedan tener un panorama amplio, lo
más profundo posible, de los asuntos que afectan a la sociedad en que vive……de
modo que cuente con elementos para participar en el debate público y exigir a
los gobernantes responder a las expectativas ciudadanas y ejercer un gobierno
en beneficio de las mayorías.- No
hablamos de la objetividad periodística. Cuando ese concepto se creó no se
referían a la objetividad del periodismo como sujeto, sino al método de
trabajo: verificación de información, una forma de acercarse a los hechos de
manera transparente.”[1]
De manera que, lo acontecido corresponde a algo normal del ejercicio de una
profesión, lo criticable está en la utilización que se pretende hacer de parte
de adláteres y de antagonistas de un momento político, para según ellos obtener
aceptación o negación de una administración gubernamental en ciernes, cuyo
juzgamiento final corresponde a la historia.
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