Segundo Fidel Maldonado Tapia.
“Cristóbal
Colón llegó a nuestra isla el 5 de diciembre de 1492 en su primer viaje a
América con sus tres carabelas: La Pinta, La Niña y La Santa María. Colón
describiría en su diario a esta tierra de playas, montañas, ríos y valles como
"la tierra más bella que ojos humanos jamás han visto." Desde aquí,
los españoles salieron a la conquista del Nuevo Mundo” (http://www.reddominicana.com/elpais/historia/descubrimientoyconquista/default.asp).
Cada 12 de
octubre, anualmente desde niños se nos inculcó que corresponde al Día de la
Raza o del Descubrimiento de América, lo que paulatinamente fue cambiando
conforme avanzamos en edad, conocimientos, madurez, reflexión, por la enseña de
que no fue descubrimiento, sino conquista, que no fue ni descubrimiento porque
estas tierras y sus culturas ya existían aún antes de la llegada de los blancos
y barbudos.
Los relatos y
versiones del nuevo mundo según cada país latinoamericano, tiene sus propias vivencias,
así continuando con la red dominicana citada, sabemos que “Con el
establecimiento en el año 1492 del primer fuerte en La Isabela, en la Costa
Norte de nuestra isla, que ahora sería conocida como La Hispaniola, comienza el
gran proceso de transculturación que caracteriza al dominicano, hijo del
encuentro arrollador de culturas, producto del mestizaje, tanto en raza y
etnia, como en creencias y costumbres, del español y europeo, el esclavo
africano, lo poco que quedara del legado indígena y repetidas oleadas de
inmigraciones de medio y el lejano oriente.- En nuestra isla se estableció la
primera colonia europea del Nuevo Mundo y en su capital Santo Domingo –llamada
Ciudad Primada de América–, se originaron las primeras instituciones culturales
y sociales coloniales, se construyeron las primeras fortalezas, las primeras
iglesias y la primera catedral, el primer hospital, los primeros monumentos y
la primera universidad en América.”
El mestizaje
es la característica predominante en la conquista latinoamericana y con él
obviamente la gran carga genética de los primeros europeos que arribaron al
nuevo mundo, inclusive con el cruce de los africanos traídos como
esclavos. Habría sí que dejar claro que,
los conquistadores no fueron la élite ni lo mejor de la intelectualidad
europea, todo lo contrario, la mayoría fueron reclutados de las mazmorras de
las prisiones reales, gente que de una u otra forma, mantuvo cuentas pendientes
y actos por los que responder a la sociedad de ese entonces.
Pese a todo
ello, luego del primer choque cruento, salvaje e inmisericorde con los
pobladores americanos, que por lógica defendieron hasta donde pudieron sus
pertenencias en lo social y material, sus hogares, su sociedad, sus bienes y la
propia vida, aún se mantienen vivos los conocimientos ancestrales.
En lo
sucedáneo de la actualidad, todavía hay la resaca de quienes se han considerado
o se creen los conquistadores de nuestra sociedad, todavía hay rasgos, gestos,
y acciones de asumir “la conquista” de bienes, títulos, posesiones, de cierto mestizaje
“predestinados” por medio del ardid y muñequeo político, de creerse los
“salvadores” de la institucionalidad en los diversos campos de la vida moderna. Todos podemos dar ejemplos, desde nuestra
propia óptica, de este tipo de fauna que pulula en los círculos sociales,
instituciones públicas, universidades, en fin, en lo civil, militar, académico,
cultural, religioso, todavía hay especímenes vacios de verdaderos principios y
valores, pero con picardía y audacia para subir, por cualquier medio, a la
dirección y dedicarse a sus propios intereses sin respeto ni recato hacia los verdaderos anhelos de la comunidad.
Que la
recordación del 12 de octubre, nos permita reconocer y meditar en los efectos,
positivos y negativos de la llegada de los europeos y demás habitantes de otras
naciones hacia el nuevo mundo, para tener una visión clara de nuestras
realidades y asumir con entereza el bien colectivo.
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