Segundo Fidel Maldonado Tapia,
La llegada a Ecuador de Su Santidad Francisco I, realmente que es un
acontecimiento en cualquier lugar, tiempo y forma, pues el mundo divide su
población además de las nacionalidades políticas y físicas, en la
espiritualidad que se presenta bajo las diferentes formas de asumir las
concepciones del mundo, las dualidades del mal y del bien, de la paz y la guerra,
inclusive las posibilidades del creacionismo y las del evolucionismo,
cuestiones polémicas de por sí y que son propias de la convivencia humana. Todo ello tiene ópticas diferentes que
obviamente giran alrededor de la personalidad del Sumo Pontífice y que inciden
en lo cotidiano.
En nuestro país existe una mayoría de creyentes en el cristianismo y de
ellos la mayoría somos católicos, así nos han inculcado y criado nuestros
abuelos tan profundamente que difícilmente se puede cambiar de religión o de
aceptación espiritual del mundo.
El Papa llega en momentos cruciales de la vida nacional, de la vida
regional y provincial así como de la vida institucional y particular de los
ecuatorianos.
En nuestra cercanía, por nuestra vinculación con la Alma Máter lojana desde
hace más de 30 años, vemos la realidad o tratamos de mirarla con la
predisposición de un hijo a su madre, porque así es nuestra cosmovisión andina,
se nos ha hecho forjar un lazo muy profundo de sentimiento y creencia en la
Pacha mama y Madre Tierra; la Patria y la Madre cívica; la Alma Máter y el Alma
de la Madre, no la madre nutricia como paladinamente pretenden conceptuar
ciertos individuos, claro está si literalmente lo toman es la Madre que los
mantiene, no a la que aportan y con la que tienen afecto con reciprocidad y
solidaridad.
Escuchamos a Francisco y tomamos sin su permiso sus palabras, porque fueron
expresiones públicas y desde ese ámbito las consideramos propiedad de
todos. Cuando habló en su llegada al
país, del sol y la luna, en una referencia a los dioses ancestrales de los
pueblos originarios andinos, como una metáfora de Jesucristo y su Iglesia. Nosotros los asumimos en el ámbito
universitario para decir que el Sol es el conocimiento y la Luna es la Universidad,
con ello afirmamos que si la Luna o sea la Universidad no brilla, es porque no
tiene como sustento para reflejar a la luz del sol que es el conocimiento, está
condenada a las tinieblas.
La Universidad Nacional de Loja, nuestra luna, lamentablemente de un tiempo
a esta parte, no tiene sol, pues no se sabe de investigaciones importantes ni conocimiento
generado para sustentarlas, todo por el momento tiene ese tufo a maquillado, desde
que llegó a sus lares, cierta peregrinación con el rótulo de Nueva Universidad,
se han aniquilado proyectos y desmantelado elementos valiosos, pues si
existiera el sol institucional como sinónimo de conocimiento, no se hubiera
presentado un invierno tan largo, frío y desgastante, que han desembocado en
decenas de denuncias y que siguen en aumento, ha causado persecuciones a
administrativos, docentes y estudiantes, la han empujado a la zozobra académica
y como ejemplo está la Carrera de Medicina Humana, que si no es por el
brillante papel de los estudiantes al rendir con muy buenas calificaciones sus
pruebas ante las instancias evaluadoras y acreditadoras, otra sería la realidad
en la que nos encontrásemos.
Frente a tanto desacierto, tuvo que venir en auxilio de esa falta de:
aptitud, eficiencia, iniciativas responsables, asesorías idóneas, direcciones
acertadas; el Consejo de Educación Superior, para con la boya salvavidas de la
Intervención, darle otra oportunidad y
que retome los caminos de la probidad, investigación de la realidad y la
academia sea lo que debe de ser.
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